Cuando la pareja tiene confianza, ambos se sienten seguros para expresar los propios sentimientos y temores sin miedo a que el otro lo vaya a utilizar en su contra en alguna discusión.
La persona diferenciada es la persona integrada en sí misma, se siente cómoda en la cercanía pero también tolera la separación, no necesita estar “pegada” al otro. Al mismo tiempo es flexible en sus roles, dando y recibiendo, cuidando y dejándose cuidar.
Unos roles rígidos a la hora de la distribución de responsabilidades pueden producir resentimiento cuando una parte exige y la otra siente que no recibe nada a cambio. Esta dificultad muchas veces puede desembocar en maltrato.
Ante una discusión, unas personas necesitan estar solos, aislarse. Otras necesitan seguir discutiendo hasta que la tensión se calme. Otras necesitan un abrazo. La distinta manera de enfocar las discusiones puede hacer sentir a una de las partes que la otra le está provocando un daño, ya que no responde como uno necesita o espera.
Hay parejas que insisten en querer seguir sintiendo la pasión amorosa de los inicios de la relación y se sienten desilusionados. Creen que el otro ya no les desea como antes y no les presta la misma atención. Esta dificultad impide acceder a una fase del amor más adulto y estable, de más intimidad y cuidados.
Esta dificultad aparece cuando las personas dudan sobre si aún se quieren o si quieren seguir juntas. Las parejas tienen más posibilidades de estar juntas cuando los conflictos pueden hablarse y cada uno es capaz ponerse en el lugar del otro.