La Ansiedad es un sentimiento de miedo, preocupación y desasosiego. Los síntomas pueden ser de naturaleza psíquica, como los sentimientos de culpa, sensaciones de cansancio, dificultades de concentración y de memoria, irritabilidad, insomnio, pesadillas, etc., o de naturaleza física, como taquicardia, sudor, temblores, vértigos y mareos, dolores de cabeza o de estómago.
El estrés a bajas dosis puede ayudar a hacer las cosas, ya que produce un incremento de la actividad. Sin embargo, cuando supera cierto umbral puede dar lugar a dolores musculares, migrañas, molestias abdominales, diarreas, micción frecuente, boca seca y dificultades para deglutir.
Algunas personas tienen estrés cuando se produce un cambio en sus vidas y necesitan un tiempo para adaptarse a la nueva situación. Estos cambios en la vida pueden ser: casarse, tener un hijo, cambiar de trabajo o de colegio, mudarse de casa, una separación o divorcio, etc. También puede causar estrés una enfermedad propia o de un ser querido.
Algunos fármacos pueden causar o empeorar la sintomatología, como los medicamentos para el asma o para la tiroides y las pastillas para adelgazar. Igualmente algunas sustancias como la cafeína en exceso, el tabaco, el alcohol o la cocaína pueden acrecentar los síntomas de la ansiedad.
La ansiedad aguda se experimenta de repente. La ansiedad crónica se produce durante largos periodos de tiempo. La ansiedad puede estar ligada a una depresión, a un trastorno obsesivo-compulsivo, a un trastorno de estrés postraumático, a un trastorno de pánico o a una fobia.
Las fobias son miedos irracionales que no tienen una base real, miedo a cosas tan dispares como el agua, los animales, los lugares cerrados, las multitudes, la oscuridad, el dolor o incluso a situaciones sociales.
La ansiedad generalizada es una enfermedad crónica que no se centra en ningún objeto o situación, como en las fobias, sino que la persona sufre miedo y preocupaciones persistentes, no específicas, en la vida cotidiana.
En el caso de la ansiedad generalizada infantil, puede estar relacionada con la intensidad con que el niño vive el castigo. Muchas veces se pueden asociar respuestas de miedo con aspectos de la situación de castigo.
En el caso de los adultos, las situaciones que pueden llevar a provocar ansiedad son muy dispares, como hemos comentado anteriormente, por lo que hay que analizar cada situación para ver como abordarla y plantear las posibles soluciones.
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